
“Yo pienso que es como si hubiera un velo entre los
vivos y la muerte.
Cuando pierdes a una persona cercana y amada, el velo se levanta,
ves a la muerte claramente durante un instante…
y luego el velo vuelve a caer”
Cuando pierdes a una persona cercana y amada, el velo se levanta,
ves a la muerte claramente durante un instante…
y luego el velo vuelve a caer”
El Velo de
la Muerte.
Fragmento extraído de la película
“En un mundo mejor”
A lo lejos, no tan
distante de la realidad, se contaba lo siguiente;
Ah!, surta se
encuentra, el árbol de acacia.
dejó que todo su
ropaje, en ocre se volviera;
¿acaso morir igual
vale, cuándo desnuda te veas?,
Pobre; tan fuerte y
robusta, que está henchida de soberbia.
Al llegar la
primavera, al viejo roble hizo ojitos;
luceros y aves, por
su lado libre pasaron,
igual un alcaraván,
arrendajo y incluso un curvo;
hasta en los
animales, ser negro es igual tormento.
De noche, se daba
vueltas, para no verse al claro de luna
pues siempre teme, del
semblante la verdad se conociera;
¿qué verdad altivo árbol
de acacia?, te pasó la primavera,
y por ocultar la
perdida de tu inocencia, vivir es una quimera.
“Se ensanchan los
horizontes, y el ocaso me atormenta,
Dejé pasar los momentos,
ahora estoy tan reseca.
Pobre!, ni las aves de
paso, en mis ramas posar desean
Se me fue la
existencia, sumida en eterna espera”.
Una
canción sonaba, y bajo un árbol que a la brisa, lo anterior murmuraba, daba
sombras a una mujer cansada. Ella, un tanto desaliñada, la belleza aún conservaba.
Vestía largo, en color lavanda y de encajes en los bordes, parecía un alma en
paz… apariencia nada más.
Su
cuerpo, sentado, del brazo izquierdo se sostenía, el otro sobre el regazo, era
una composición de lejanía. Pies descalzos y almos al vuelo, no pudo más y se transformó
en manantial de llantos. Todo era quietud, como la festiva calma, que antecede
el llanto de muerte.
Cerca,
el jardín, bañado de largos prados, y un horizonte sumergido en bermejas
manchas, fueron el escenario, de un acto desesperado; ella, por no asfixiar más
sus horas, al marido causó muerte, cavó lo suficiente, hasta entregar el festín
a los gusanos.
Pobre
hombre, compró belleza y adorno, pero como suele suceder, los vicios no se
dejan ver; igual se compró la muerte, ataviada en perfecto velo.
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