Ayer
Ayer cortaron un árbol, aquí, tan cerca que dolió.
fueron seis que llegaron, con hachas, machetes y ganas
de ir por él.
Ahora, cuando miro, tan sólo un espacio vacío y un
leco hondo se fue.
La lluvia cantaba en sus ramas, ternura que el viento gozaba.
Ayer cortaron un árbol, y en él, una parte que
alimentaba mi alma.
CEH
Ayer cortaron un árbol.
Sonó el primer hachazo, apena pude creerlo: una horda de salvajes sobre un
árbol se abalanzó, en un mundo que carece de tanto, ahora ofrece derroche de
desdén. Desde la ventana donde me encuentro, son poco los arboles que miro:
está el úcaro con sus ramas y hojas abundantes, más allá, un mango que parece
penitente y el tercero, era, el que yace echo gajos.
Mientras se hundía el
filo, una y otra vez, sentida ganas de acariciar su vergel; poner mi costado
libre al viento para recibir tanta embestida cruel. Afilada hacha que volvía,
una y otra vez, con más saña, afilada muerte que por no apreciar vida, se
muestra complaciente y hasta tierna. Las hojas grandes caían y en esa distancia
flotaba mi recuerdo como fantasma en que me voy convirtiendo.
Quise ser capa desnuda,
aferrarme a él hasta no sentir nada más que su dolor, pero no, me quedé quieto
recogiendo l dolor que de lejos llegaba. Hacha, gritos, cuerdas y horror;
carcajadas e inconsciencia todo nadando en un sudor que no cuesta, que al
contrario, da pasivo a esto que vivimos. Ayer cortaron un árbol, se fue la lluvia, el follaje y ahora cantan
las excusas.
En la copa del árbol,
el viento siempre jugó, parecía niño eterno, que entre cantos me transformó;
¿qué será del paso e aves?, de los nidos, de un claro de luna donde el búho siempre
aguardó su presa… qué será de todo lo que en torno de él se vivió?. Nada!, tan
sólo un hilo de pesar más, de eso que la humanidad va construyendo hasta que un
día s la ha de devorar.
Ayer cortaron un árbol
y la magia se pagó.
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