Muñeca de Porcelana, cortesía de: Karlagarf |
Una muñeca de
porcelana se encontraba sola en aquel rincón de una habitación al parecer
abandonada, sus lágrimas se asomaban como un dulce saludo hacia sus mejillas
sonrojadas. Su largo cabello bailaba al ritmo de la brisa que por la ventana
entraba, se podía ver el cielo oscuro, las estrellas se habían escapado solo le
acompañaba la misteriosa luna, menguante como una sonrisa torcida.
La sombra de su primer
amor allí se encontraba, su cuerpo débil ante la soledad de un mundo tan efímero
y desconocido ante sus ojos brillosos. Intento abrazar la sombra de quien la había
lastimado, pero allí realmente no estaba. Su piel marcada por las huellas de un
pasado que nunca podría ser presente, ni si quiera un futuro cercano.
Triste muñeca de
porcelana, abandonada, sus manos acariciaban el recuerdo latente de su imaginación
allí, el realmente no estaba. Su corazón de cerámica no se sincronizaba con el
pasar del tiempo, tan lento, tan doloroso como las agujas que se clavan en
medio de un corazón destrozado.
Ya ella, no quería ser,
una muñeca de porcelana, sus lágrimas se habían vaciado. Ya sus mejillas no se
encontraban mojadas. Una sonrisa recorrió sus largos y delineados labios. Su
cuerpo comenzó a danzar al ritmo de la música que en su mente estaba, -Baila
muñeca de porcelana, baila- Ella escucho en la lejanía mis palabras.
Sus curvas hacían tambalear
la tristeza, ella se iba asustada. Sus manos curveaban el aire con tal belleza
que sus piel brillaba, ya ella no era de porcelana.
-Baila muñeca de
porcelana, Baila- Repetí en la distancia.
Ella sonrió y su
vientre danzaba, su voz había despertado,
ahora ella cantaba, no pudo mirar como la sombra de quien la amaba ya no se
encontraba, su brillo le había desvanecido…
-Querida, muñeca de porcelana…-
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