miércoles, 15 de mayo de 2013

Obsesión: un hecho real ocurrido en 1921.

The Lonely Friend
The Lonely Friend por Toxicm3n
               En pleno transito de un camino austero y empedrado, un joven se encuentra lanzado en medio de la nada de sus sensaciones y conflictos. No desea pensar más, ya nada le interesa y solo se conformaría con ser fulminado por un rayo que ni siquiera las inexistentes lluvias le auguran pueda suceder.

          A lo lejos, las montañas muestran su quietud, más acá, el lánguido y amarillento pasto, camuflará su humanidad de cualquier mirada indiscreta. Es de piel blanca, su cara muestras facciones que se hacen atractiva conforme sonríe, pero muy duras cuando no. Su prominente mano, extraordinariamente grande, sujeta el estivo y largo tallo del mastranto que abundantemente regala la sabana venezolana.

                 El constante ir y venir de la planta en su mano, parece moverse en sincronía con el resto de los que permanecen fieles al suelo. Una gruesa lágrima asoma desde dentro y comienza, como en cámara lenta, un recorrido que desconoce. El no exterioriza nada, pero su alma esta debatiéndose entre un mar de sentimientos que lo desconciertan.

                 La fuerte brisa termina por desviar la trayectoria de la lágrima y el suelo la recibe con una avidez inaudita. Mira y no lo hace, solo siente en su piel, y siente porque desde hace mucho no es piel, es el alma viva que se muestra a la inclemencia de esta vida, por eso siente tanto. Desea correr a un lugar que no existe, a un sitio que sabe no encontrara jamás; su vida, tan corta, parece atascada entre enigmas y acertijos que aun no tienen respuestas.

              El sonido del viento se arrecia, presagia la llegada de cosas que cambiaran su vida. Grandes nubes se muestran en el horizonte, al fin la tormenta se acerca, por ahora pequeñas gotas mojan su cara y confunden lo que no desea mostrar al mundo. No solo eso es novedad, un personaje camina, risueño y despreocupado, a su encuentro.

             El este se eleva, veloz y temible, como columna sin forma de nubes tan oscuras como amorfas; emerge tragándoselo todo. Presurosas, las blancas sin manchas, huyen despavoridas temiendo ser deshonradas por deseos que no conocen. Se acercan, van en pos de un ser que, ausente, se encuentra desnudo en la orilla de un arrecife que le atrae.

           Sus manos bordean las níveas y gruesas piernas; sobre ellas reposa la barbilla que pareciera ocultar su expresión, pero su mirada, fija y concentrada, parece mirar algo que nadie ve. Abajo, el salado cuerpo se une al caprichoso momento y se abalanza con saña sobre las temerosas y pétreas rocas ausentes de tales disputas. La espuma del contacto ya no es blanca, su rojo escarlata lleva consigo la sangre que cae de aquel imperturbable ser.

                  Todo se ha consumado, el cielo está decidido a refrendar el sacrificio que nace de fuerzas que nunca entenderá y abajo, la mar libidinosa muestra la pobreza de sus sentimientos. Pronto se desangrara y como hoja lánguida de otoño, será arrastrado por las afiladas piedras que ablandaran su dura carne. Voces llaman desde abajo, piden frenéticas “ven, eres nuestro”.

En ese instante, de su corazón, se van perdiendo los latidos, se agota la vida. Pensamiento de dolores lucha por una victoria que afuera esta consumada, ya nada tiene sentido, todo está consumado y perdió esta vez el amor.




UN DÍA DE LLUVIA
                La mañana de este domingo se presentó con una tenue y empalagosa llovizna que todo lo fue envolviendo en un clima excepcional; la brizna golpeaba mi ventana e iba a parar a la sedienta hierba, que ansiosa la recibía. El cielo no da muestra de su azul característicos en estas postrimeras fechas del mes de noviembre.
                    La brisa arrecia de cuando en cuando, siento como golpea la ventana y su silbido se cuela hasta mis oídos, no sólo mis oídos lo siente, igual la vista da cuenta de su cambio capricho, parece tentarme a ir a su encuentro, pero, aunque eternamente vivo presto a dejarme seducir por la idea de estar bajo ella, hoy no deseo oír reclamos que me recuerden cosas dolorosas.
                    Sobre el alféizar de la amplia ventana, dejo caer el cuerpo y mi cara siente el frío del cristal, de todo el recorrido que hace mi vista, por todo cuento afuera existe, no se aprecia vida humano que la circunde. Algunas aves vuelan confundidas, otras se dejan cautivar por el antojadizo viento y nadan en su esencia. Las hojas parecen tener voluntad y se lanzan a la aventura, algunas dan al cristal, todos desean disfrutar del mejor momento de la época.
                     El viento sigue moviéndolo todo y hasta revolvió mi pensamiento; me acuerdo de ella y su rostro relajado y serio, surge transparente en la nube gris que va recargando su contenido húmedo. En esta mañana, melancólico y doliente, te pienso intensamente hada, vuelvo a sentir el calor de tu blanca piel, ese que se hace fuego conforme te siento, que quema mi fría apariencia y devora mis impertinentes razones
             Tus formas tienen movimiento, la brisa mueve tus cabello y puedo notar que miras al este, allá se encuentra el amor que hace latir tu corazón, no puedo evitar sentirme triste. Mi mirada busca una imagen que se mueve mucho más cerca; allí diviso un hermoso pájaro azul que contrasta excepcionalmente con el gris del ambiente, está jugando en una charca de agua cristalina, su felicidad es relajada y permanece concentrado, a ese pájaro lo llamé Libertad y agregué a mi mundo privado y especial.
               Nuevamente me vuelvo a ti y me sorprendo mirándome de frente, estás sonriente y devuelvo el gesto; en un instante, que parece mágico, se profundiza el buen humor que nos embarga. Estas radiante, feliz y entonces lo comprendo todo. Una abundante paz se apodera de mi, siento que el azaroso fuego que me consume cuando te recuerdo, va dando paso a una tranquila felicidad que aún no puedo explicar. Tu placidez me hace feliz y sólo sé que te amo, sin explicación, ya no quiero explicarme ni justificarme, no me importa nada de eso ya.
             En días como estos te extraño tan intensamente que parece que la muerte me sobreviene en cuestión de minutos, lo acelerado y febril del latido de mi corazón, contrasta con la, cada vez más, dilatada respiración, la paz que consigo de saberte liberada de mí, hace reflejar una serenidad inusual. Te amo, conforme pasan los minutos, cada día más, a niveles de profundidad que parecen no tener fondo y me asombran.
          La melancolía típica del piano se acentúa en el ambiente, el viento sopla como un tren en ciertos momentos, y luego parece reaccionar y se torna dócil y tierno, luego vi nuevamente tu cara en la nube que se alejaba y mi corazón estaba de nuevo en casa; si estuvieras aquí, tan cerca de mí como tantas veces, podría morir de lo intenso que te amo y deseo. Te extraño como una mañana gris y fría que me hace desearte hasta donde más no puedo sentir, así, como luna llena, tu plenitud lo abarca todo en mi.. te extraño hada!

AL FIN LLEGASTE HADA

             Busque el pico más alto de esta tierra y no te encontré, pues no sabía lo que buscaba. Me eché a andar infinitos caminos sin retornos, tras la huella de tu presencia, pero no pude conseguirte, simplemente no sabías quien eras. Me adentré a las profundidades del oscuro mar, a pesar de mis miedos, y en sus aguas no te encontré, tu verdad estaba vedada a mi conspicuo deseo de amor, tan sólo por no saber quien eras.

            Cierta tarde, cuando la última hoja caería de aquel árbol, anunciando el fin de mi larga búsqueda, percibí tu olor en mis sentidos y supe eras tú. Miraba al horizonte y te ocultabas en el ocaso infinito de esas tarde de bellos malvas y bermejos. La plenitud se iba perfeccionando conforme caminaba a tu encuentro, todo se unión siendo verdad.

               Una mañana, decidiste voltear a sonreírme y la paz llegó a mi vida convertida en un flecha ardorosa que atravesó el corazón, su dolor es amor y a ella me aferro. Estabas allí, de pie, sonriente, esperanzada, dispuesta y sabedora de la perfección de aquel tiempo: era el tiempo de mi primer amor, del único que me haría transformar la nada pueril en la plétora que alimentándose de la llama de mis venas, exulta mi alma.

              Eres tú, mi dulce Hades, la dueña de mis deseos pasados, soberana de los que siento ahora y señora de mi futuro. Todo te pertenece en mí. Te amo, ahora lo sé, antes era un hombre caprichoso que corría tras las manzanas que caían del árbol de pocas raíces. Sólo desee alimentarme para no morir, pero no para vivir. Ahora sé lo que haces, sé lo que siento por ti. Se llama amor y no tiene conceptos.

            Las horas se pararon, el tiempo, que se abalanzó siempre sobre mi desespero errante, ahora yace sin justificación cuando estás tú. Siento penas por ellas, las horas, que ruegan mi fatiga en sus plazos, de mis pensamiento alimentando la vanidad por ser dueñas del mundo y de la vida. Pobres, jamás entenderán la diferencia de estar y de sentir.

           Deseo aferrarme a tu pecho y alimentarme de la vida que de ti mana, no me apartes jamás, sólo mira mi interior y siente a un hombre que siendo tal, nunca dejó de ser un párvulo que lloriqueó siempre por amor, que pedía a gritos gestos que nadie entendió. Tú tienes la llave de mi justificación en este mundo.  Te amo salvadora mía!!




UNA CARRETA SIN RUEDA*

             Corría el mes de agosto, tiempo de lluvias intensas; de todo camino, un anegar de añoranzas, desesperos y hasta dolores que al vergel en erial transformaban. Las tragedias nunca suelen venir solas, al menos, no aisladas.

           La familia Durán, se habían cambiado a un prometedor pueblo del centro del país; aún no tenían hijos, pero de uno, el vientre de Susana, ya se encontraba preñado. Eduardo, su joven esposo, era un hombre laborioso, que de la tierra con sus manos, hacía parir con trabajo; era abnegado, fiel un hombre bueno para resumirlo.

»--- ¡Bienvenidos a estas tierras! –con paso decidido, se acercó un hombre de apariencia reservada y enigmática sonrisa-. Yo soy Magno, el hacendado. Aquí todos somos muy unidos, y al brindarles nuestro apoyo, esperemos que se adapten pronto a como vivimos.

»--- ¡Gracias, es usted muy amable! –dijo Eduardo, saliendo al encuentro, estrechando la mano, que no le fue dirigida; Susana lo miraba con amor.
Pasaron treinta días con sus noches, hasta aquel fatídico día. El hacendado, como buen hombre de dinero, había decido que Susana sería, entre sus propiedades, la nueva maravilla. Urgió un plan, sin escatimar la inversión; buscó un segundón y en la casa de los Durán, hizo entrar valiéndose de la ocasión. El tiempo de parir había llegado a Susana.

            La lluvia presagiaba, con su fuerza, la pasión que se desataba; como extraña confabulación del tiempo, llegó la hora del alumbramiento. Eduardo mandó al hombre a buscar una comadrona. Al cabo de algunas horas, se presentó con razones.

»--- La mujer no quiere venir, dice que no se mueve con este tiempo, que mejor la llevemos a su casa –el mensaje fue dado, sin mirar los ojos del marido asustado. Partieron en una carreta, provista de techo, que al agua impedía llegar. Entre dolores, Susana no aguantaba más.

En medio de la oscuridad, y sin saber por dónde andaban, la rueda de aquella carreta, la vida descarrió; Sin saber cuándo, ni cómo, Eduardo se lanzó, para arreglar la extraña y maciza rueda, que nunca nadie entendió. A la mañana siguiente, Susana despertó, en medio de la mayor contradicción: en su pecho, una hermosa criatura, de su calor manaba ternura; y en la cara triste de otra mujer, la infausta noticia: Eduardo murió.

Así cobró la envidia de aquel prepotente hacendado, la obsesión de tener una mujer que a otro amaba; la cobardía siempre se disfraza de engaño y entre mentiras, teje redes para fomentar sus bienes. El cuerpo de Eduardo fue sacado, debajo de un alud de tierra mojada, jamás cerró los ojos, lucho hasta la muerte.

*Microrelato de una obsesión, basado en un hecho real ocurrido en 1921.

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