Un sueño, un recuerdo… vivir.
Como si un lejano eidetismo fuera, recordar el olor a lecha
caliente, mientras las hojas cayendo, una nube de sueños se extiende; así
recuerdo ahora, la presencia de su blanca estampa, muy quieta y sonreída, la
maestra de mi infancia. No se tenía un zatico
para compartir, pero en largas filas, nos hacía esperar en calma.
Ahora me viene más en tropel,
recuerdos que son guardados como tesoros, en un resorte zafado a su antojo.
Libros tapizando paredes, globos de tierra, que sin girar me hacían soñar,
marchar lejos, en caminata si regresar. No recuerdo de entre los
libros, Bodas de Sangre del español eterno; hacia mucho, que estaría muerto
García Lorca, el poeta liberto; pero si se ahora, que igual se refería a
espacios de lecturas como la sala donde
dormía al arrullo de Norma.
Rictus dormidos, puñado de niños
sobre madera quietos, sueños al voleo, otros perdidos lejos, con ganas de
árboles de copos inquietos; ella el arado, que al fértil suelo, pasaba siempre
con esmero, una y otra vez; tiempo que en forma de lluvia regresó, despertar bajo
la luz de candidez, ahora agradezco tanta miel, en forma de canticos, lecciones
y letras de saber.
Son muchas las historias que no
acaban bien; no haré referencia a la triste tragedia que envolvió a Norma,
prefiero el recuerdo de eternidad, como crisol de un despertar. Ahora, citar a
Neruda, para enderezar lo que mi precariedad no parió bien, un tributo a Norma,
en medio de no comprender los designios del tiempo, si es que tal cosa existe…
"...Tierras ofendidas. Furor, vuelo de luto
y muerte y cólera,
hasta que ya las lágrimas y el duelo reunidos,
hasta que las palabras y el desmayo y la ira
no son sino un montón de huesos en un camino
y una piedra enterrada por el polvo.
Es tanto, tanta
tumba, tanto martirio, tanto
galope de bestias en la estrella
Nada, ni la victoria
borrará el agujero terrible de la sangre:
nada, ni el mar, ni el paso
de arena y tiempo, ni el geranio ardiendo
sobre la sepultura..."
tumba, tanto martirio, tanto
galope de bestias en la estrella
Nada, ni la victoria
borrará el agujero terrible de la sangre:
nada, ni el mar, ni el paso
de arena y tiempo, ni el geranio ardiendo
sobre la sepultura..."
Gracias Maestra.
